VALERÓN
Hoy es un día triste, pero me lo temía. Hace ya casi dos meses que no sabíamos nada de él y me imaginaba este desenlace. Hoy Valerón ya sabe que tendrá que volver a operarse de su maldita rodilla (¿cuantas van ya?), y lo que es peor, el ocaso de su magnífica carrera deportiva está muy cerca. Él, como siempre, nos dá una nueva lección de humanidad en este trance, y como los niños pequeños, se levanta sin inmutarse después de caerse en la calle por una travesura. Valerón, posiblemente, es más consciente que todos los que lo admiramos de que igual no puede volver a correr sobre el césped de Riazor y regalarnos todo su talento. En nuestra memoria quedarán ya sus asistencias, regates imposibles y, sobre todo, su eterna sonrisa . Gracias por todo, pero espero (aún lo creo) que esto será un pequeño paréntesis.